Durante un tiempo estuve "habitada" por el recuerdo y por el deseo de …………. (la palabra en inglés es haunted, me parece que suena más a fantasma y acoso, pero no sé cuál sería la mejor traducción). Entonces buscaba recursos para olvidarlo definitivamente o para acomodarlo en mi cabeza de manera de seguir con mi vida sin su presencia constante. Una de las cosas que hacía era poner un límite de tiempo o de espacio -por ejemplo, desde que salgo de casa hasta llegar al trabajo, casi media hora ida y vuelta- para pensar intensamente en él. Desesperadamente. Sin culpa. Bien o mal. Acordarme de todo lo que quisiera. Y después, una vez llegado ese límite autoimpuesto, pasar a otra cosa con naturalidad, ponerme a trabajar, leer un libro, a recordar una película, cualquier cosa que alejara mi pensamiento de él. Claro que no siempre funcionaba.
Hoy me encontré con esta frase en un libro que estaba leyendo, hablando de un hombre que no logra olvidar a una mujer, hasta que:
"por exceso de pensamiento, da una vuelta completa sobre sí mismo y la olvida. Nada queda de ella una vez que se fue todo. Mister Gallaher vuelve entonces a la realidad del mundo con la expresión aliviada del que estuvo muy enfermo y de pronto se curó. Algo hay también en su semblante de la extrañeza del que durmió mucho y soñó mucho y de pronto se despierta y certifica que el mundo real es otra cosa."*
Me reconfortó encontrar esta descripción de la situación. La vuelta completa a mí me llevó…. (jajajaja)¿cuánto tiempo?, la nada misma.
*La cita es de Segundos afuera, de Martín Kohan.
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