sábado, abril 12, 2014

Sin darme cuenta...

Eran las tres de la tarde y comenzaba a caer una suave llovizna en aquel frío día de comienzos de primavera, cuando estacione el vehículo en la afueras del colegio de mi hijo, en el preciso instante en que se abrían las puertas y un mar de niños de todas las edades corrían desaforados, empujándose unos a otros para ser los primeros en salir y tomar el primer lugar para comprar papitas fritas en el carrito de la esquina.
Entre todas esas cabecitas, sentí unos ojos que me observaban, trate de agudizar mi vista para poder distinguir quién era, de pronto, vi esos hermosos y grandes ojos pardos que me sonreían, era Andrés un compañero de mi hijo desde primero básico, ahora estaban en séptimo, ya con doce años, convertidos en unos adolescentes con insipientes espinillas en sus caras, cambiando su voz, ya no entretenían con andar en bicicleta o jugar a la pelota, como hasta un par de años atrás.  Muchas veces al llegar del trabajo, encontré en casa a un par de compañeros de mi hijo en ella, quienes al escuchar mi voz, corrían a la mesa a tomar lápiz y cuadernos para hacer como que estudiaban o hacían sus tareas, como si yo no hubiese tenido nunca su edad, sabía con certeza que habían pasado toda la tarde jugando en el computador o con el último juego del play station que se habían conseguido.
Desde hace algunos meses, Andrés ya no  estaba en mi casa, me extraño en un principio porque, después de siete años en los cuales todos los viernes estaba allí, de pronto no volvió más, pregunte a mi hijo y me dijo - mami lo que pasa es que el Andrés tiene otros amigos ahora-, no le di mayor importancia al tema.
Aquel día, Andrés se acerco y me saludo con un: - Hola tía-, sin esperar mi respuesta salió corriendo hacia otros chicos que lo llamaban, subí al auto llevándome no solo a mi hijo sino que además a unos compañeros que viven cerca de nosotros, de reojo vi que se decían algo entre ellos sin alcanzar a escuchar que era.  Al dejarlos en sus respectivas casas, le pregunte a mi hijo de que tanto hablaban, pero él cambio el tema diciéndome que se había sacado un 6 en su prueba de Sociedad.  No insistí en la pregunta porque al final pensé, que eran temas de niños.
Luego de tomar onces, pregunte a mi hijo Felipe, como le había ido en el colegio, el solo dijo: - normal-, porque pensaran los chicos que con esa palabra está todo dicho y que uno sabe lo que es "normal" de acuerdo a lo que ellos interpretan, de ello no pude sacarle palabra alguna, porque se puso a leer un cuento para la prueba del día siguiente.  Me quede observando por largos minutos a Felipe, pensando en que momento todo cambio entre nosotros, hasta hace un año atrás, me contaba detalladamente todo lo que había hecho durante el día, no voy a negar que de pronto llegaba cansada a casa después de un largo día de trabajo y que mas de alguna vez después de un par de horas de escucharlo, mi mente estaba pensando en lo que me deparaba el siguiente día.  Mi hijo ya no era aquel bebe, se estaba convirtiendo en un adolescente a pasos agigantados, estaba más callado, menos comunicativo, había que sacarle las palabras, como diría mi abuelita, con tirabuzón.  No puedo quejarme de él, trae muy buenas notas, pero esta distinto, mas grande, mas independiente, en fin.
De pronto, Felipe levanto su carita y me dijo: - Mamá, me gustaría cambiarme de Colegio, no quiero seguir ahí-, mi sorpresa ante sus palabras fue mayúscula, nunca pensé escuchar de su boca esa palabras, él adoraba ir a ese Colegio, todos sus amigos estaban ahí, incluso hasta en vacaciones la casa pasaba llena de niños, no podía entender sus palabras, luego de la sorpresa que me produjo le pregunte: -¿Te paso algo?, ¿Tienes algún problema?-, él me miro y dijo:-No Mamá, solo me gustaría ir a otro Colegio-, no dijo ni una sola palabra mas y volvió a su cuento, trate de que dijera algo mas pero no pude sacar otra palabra de su boca.
Pasaron los días y no podía sacarme de la mente lo que Felipe me había pedido, él estaba cerrado con el tema y aunque trate de hablarlo varias veces, no obtuve respuesta de su parte.
Algunos días después, asistí a reunión de apoderados del curso de Felipe, como todos los meses, pensé que se trataba de la entrega de notas mensuales y de actividades que había programado el Colegio para el siguiente mes, pero no fue así, el Profesor Jefe estaba informando ante la mirada atónita de todos los apoderados, que habían detectado consumo y tráfico de cocaína y pasta base en el Colegio, nadie podía creerlo, todos sin excepción  tratábamos de hacer preguntas:-¿quiénes eran?-, -¿fue en este curso?, en fin, pero el solo nos dijo que había una investigación de la PDI y que seguramente nuestros hijos nos contarían algo, pero nadie pudo decir que sabía de que se estaba hablando.  Luego de eso, no preste atención a ninguna de las actividades que señalo el Profesor, lo único que quería hacer, era correr a casa a hablar con mi hijo Felipe, los minutos se me hacían eternos, fue la reunión más larga que había asistido, aún cuando duro lo mismo que todas las anteriores.
No me dí cuenta, cuanto me había demorado en llegar a casa, ya ahí, me senté frente a mi hijo y le pregunte por el tema, él trato de evadirme, hasta que luego de tanta insistencia y decirle que si sabía algo y no me contaba, no había computador ni play station por varios meses, me dijo:- Mamá, es el Andrés, pero por favor no digas que yo te dije, porque si no me van a decir que soy un soplón-, lo abrace y le dije que me contará todo, que yo no le diría a nadie lo que él me contase.  Felipe me conto, que hace un par de meses atrás, cuando Andrés aún visitaba nuestra casa, un día llego con una bolsita con un polvillo blanco, era poquito, él se lo había visto al caérsele del bolsillo de su pantalón y le había preguntado, porque andaba con polvos talco en sus bolsillos, si era para ponerse en las zapatillas luego de las clases de Educación Física, y todos los demás niños lo habían molestado diciéndole que seguramente ni el mismo se aguantaba su olor a pies, Andrés se había reído, diciéndoles que ellos no sabían nada de nada y que solo había ido a casa solo para decirles que tenía otros amigos y que él estaba grande, así que no se juntaría mas a jugar juegos de niños; todos ellos pensaron que se Andrés se había enojado porque ellos lo habían molestado, pero no había sido así, ya que desde ese día, Andrés no se junto mas con ellos, andaba en el recreo con chicos de cursos superiores y cuando los niños se acercaban, él los ignoraba, hasta que hace una semana atrás, al fondo de la cancha de futbol, lo habían visto con el mismo grupo de amigos con los cuales Andrés ahora se juntaba, recibiendo una bolsita pequeña con talco en su interior, él la había tomado y rápidamente la guardo al verlos acercarse, en ese instante, los habían visto los amigos de Andrés, el más grande de ellos, les había dicho con tono amenazante:-¿qué andan sapeando cabros chicos?, cuidadito con abrir la boca-, Felipe y sus amigos se asustaron mucho, por eso cada vez que se cruzaban en el patio con ellos, corrían rápidamente a otro extremo del colegio, esta situación se repitió varios días, durante los cuales miraban disimuladamente el ir y venir de Andrés en el colegio,  lo veían reír con otros chicos más grandes, comprar muchas cosas y para todo su nuevo grupo en el kiosco del colegio y a la salida de clases, alejarse con ellos.
Un día antes de la reunión de curso, estaban todos formados para el inicio de las clases, cuando de pronto, había llegado un grupo de detectives quienes conversaron con un par de Profesores, luego los hicieron entrar a clases, diciéndoles que permanecieran allí, ninguno de sus compañeros  le dio demasiada importancia a ello, salvo Andrés, quién se puso muy nervioso y acercándose a Felipe, le había dicho:- ¿oye, me puedes guardar un ratito mi mochila, que voy al baño y no quiero que me la saquen los chiquillos?- y sin esperar su respuesta se había escabullido por la puerta de la sala, segundos después había entrado el Profesor con dos detectives, quienes les dijeron que venían a darles una charla informativa sobre el peligro de las drogas en los estudiantes y sus consecuencias, les habían pasado unos folletos y unos videos, estaban en eso cuando de pronto comenzaron los murmullos y las miradas a hurtadillas en la sala, las imágenes que mostraba el video se parecían mucho al polvo talco que le habían visto a Andrés, terminada la presentación el Profesor les había preguntado si alguno conocía algún tipo de droga, ninguno contesto, el curso como nunca estaba en silencio, entonces uno de los detectives les dijo:-solo queremos que estén atentos, que se cuiden mucho y cualquier cosa que ustedes vean, cuéntenselas a su papás-, luego se fueron.
En el recreo, todos los niños conversaban del tema, algunos dijeron que se habían llevado a unos alumnos de educación media detenidos, porque los habían sorprendido con droga, esa misma droga que Felipe y sus compañeros pensaban que era polvos talco, de Andrés no supieron más.
Cuando Felipe termino de contarme, me quede en silencio, luego lo abrace y le dije lo mucho que lo Amaba, mientras mi mente pensaba en todos aquellos años en que Andrés compartió en casa con mi familia todos los viernes, en como un niño estudioso y cariñoso cambio tanto, en sus padres, en su familia, en todo, en como los adultos estamos tan inmersos en nuestro trabajo, en nuestros problemas, que sin darnos cuenta descuidamos lo más importante que tenemos, nuestros hijos y no nos damos cuenta que algo les está pasando.
Desde ese día, comencé a llegar más temprano a casa, compartir mas con Felipe, él comenzó a contarme sus cosas y yo a escucharlo atentamente, estoy ahí para él.
Ya han pasado, varios años, Andrés no volvió al colegio, algunas veces lo vi en la plaza con otros jóvenes, él me veía pasar y agachaba su cabeza, se veía delgado, desaseado, con ojeras grandes y ojos saltones, ya no eran aquellos hermosos ojos pardos de su niñez. 
Hoy Felipe llego temprano de la Universidad, ya está en segundo año, se acerco a mí, me abrazo y me estampo un beso en la mejilla, se sentó en el sillón y comenzó a llorar, como lo hacía cuando niño, me acerque a él y lo abrace, luego de unos minutos me dijo:-Mamá, me siento tan triste, tengo tanta pena, Andrés murió, desangrado en la calle, afuera de su casa, me siento mal, porque era mi amigo y yo no pude ayudarlo nunca, solo me aleje de él-.

Andrés solo tenía 20 años cuando falleció, en un riña callejera fue asesinado por un drogadicto del sector, nunca supe que le hizo llevar esa vida, me hace sentir mal el pensar que mas de alguno de nosotros, en los que me incluyo, tal vez pudimos hacer algo por él, no sé qué, pero algo y no lo hicimos, lo dejamos solo, cuando aún estaba a tiempo de salir de ese oscuro camino que eligió en séptimo año, ni sus amigos de infancia, familia ni el colegio supieron cómo ayudarlo.  Me siento culpable por ello, por no haber sido más humana, más solidaria.  Hoy miro a mi hijo y veo lo afortunada que soy por tenerlo, pero también pienso en Andrés.

NOTA. Este es un cuento que escribí en septiembre del año pasado, para un concurso literario del CONACE, obtuvo el 2° Lugar.

1 comentario:

Abuela Ciber dijo...

Festejar la esperanza es hermoso!!!!!

Felices Pascuas !!!!!!!